POR Jorge Octavio González
Fuera máscaras: desde que ingresó a la 60 Legislatura, luego del conveniente asesinato de Roberto Chapula de la Mora, a David Grajales se le notó el hambre a kilómetros de distancia.
De igual manera a Glenda Ochoa: mientras estuvo como líder moral de MC Leoncio Morán Sánchez, que tenía el acuerdo con el gobierno del Estado de prostituir a sus diputados a cambio de impunidad por las corruptelas cometidas en el ayuntamiento de Colima, fue feliz votando con la bancada de MORENA.
Ayer, en conferencia de prensa, la fracción de Movimiento de Regeneración Nacional, comandados por el iletrado y bufón Armando Reyna, presentaron en sociedad a sus nuevas adquisiciones en el Poder Legislativo: David Grajales y Glenda Ochoa.
Nada nuevo, desde luego; lo único que hicieron fue formalizar la alianza que ya tenían y que ahora, ya sin vergüenza alguna, se concreta integrándose a la fracción parlamentaria.
David Grajales, que desde que ingresó a la Legislatura regalando su voto a MORENA ha adquirido una obesidad mórbida, es un sujeto que deambulaba en Tecomán como vago a ver quién lo reclutaba para la causa; se vestía andrajoso y su barba e higiene descuidada lo hacían pasar como uno más de los pepenadores que habitan en el olvidado pueblo tecomense.
Asesinado a balazos Roberto Chapula de la Mora, Grajales se inclinó por MORENA por miedo a que le hicieran lo mismo; prefirió alinearse antes que una bala o un levantón le indicaran por dónde tenía que ir. Ya sin opción, Patricia Ceballos también hizo lo mismo.
El diputado, hoy de MORENA, pertenecía al Partido Verde Ecologista, aunque antes era del PRI. La mescolanza de ideología sólo lo hacen un tipo nada confiable, capaz de vender a su propia madre con tal de obtener algún beneficio. Como legislador ha sido del montón, un mediocre que no aporta nada en cuestión parlamentaria; ni siquiera sabe hablar en público, evidenciando que lo suyo era sólo dar lástima en las colonias de Tecomán.
Glenda Ochoa, por su parte, todavía tenía el cinismo de acudir a las reuniones de Movimiento Ciudadano, aun cuando la línea desde el centro para los diputados naranja era no ser comparsas con el gobierno del Estado.
Y así se exhibió cuando renunció a la fracción de MC en el Congreso del Estado: “considero que en este momento Movimiento Ciudadano en Colima se ha alejado de lo que en su origen y con el liderazgo de Locho Morán, se le propuso a los colimenses”.
Redactado pésimamente, nada raro en una diputada ignorante, Glenda Ochoa dejó de manifiesto que su salida de MC se debió a que ya no continuó la línea de Leoncio Morán. Pues claro: en el centro se dieron cuenta de la entrega a un gobierno de MORENA y por eso se les dio la indicación de que fueran críticos.
Leoncio Morán, igual que Glenda, tenían el acuerdo con el gobierno del Estado de votar con la bancada oficialista a cambio de impunidad; así se la pasaron el primer año de la Legislatura.
Ahora que se libraron del lastre que representaba Locho Morán, la diputada también se fue para no romper el acuerdo de impunidad pactado al inicio. Con esto demuestra que fue ella y Leoncio Morán, y no el partido, el que se alejó de sus ideales. Par de sinvergüenzas.
David Grajales y Glenda Ochoa decidieron exhibir sus acuerdos con MORENA y se integraron a la fracción guinda.
¿Cuándo harán lo mismo Kate Castillo y Priscila García? ¿O será que todavía no les llegan al precio? Baratas ya demostraron ser: ahí está el cambio radical en sus posturas respecto al gobierno del Estado.
¿Qué les falta? La vergüenza ya la perdieron hace mucho.