POR Bibiano Moreno Montes de Oca
La aduana para un bueno o mal gobierno está en el Congreso del Estado, de tal suerte que desde ese Poder se define el éxito o el fracaso de una administración. La actual LX Legislatura, que está bajo el control de Morena y sus compinches (PT, PVEM, MC, Panal, más los que se acumulen), está totalmente al servicio del indirato, mismo al que ya se puede catalogar objetivamente como lo peor que le ha sucedido a Colima y a los colimenses en, por lo menos, los últimos 100 años. Así, el primer paso sería quitarle ese Poder a Indira Vizcaíno Silva.
Ha corrido con suerte la Gobernadora Altozano: llegó a Palacio de Gobierno, Casa de Gobierno y Complejo Administrativo de la mano de los diputados de la LX Legislatura, desde donde le han aprobado cuanta idiotez se le ocurre a ella o a los que forman parte de su chiquigabinete de vacilada. De hecho, con la complicidad del gobernador saliente, Nachito Peralta Sánchez, los diputados aprobaron ciertos temas sobre los que había intereses en común por el que ya iba de salida y por la que esperaba a tomar posesión en noviembre del 2021.
Como se recuerda, la LX Legislatura local entró en funciones constitucionales el primero de octubre de 2021, es decir, un mes antes de que asumiera el cargo de titular del Ejecutivo la oriunda de Tijuana, Baja California, pero avecindada en el municipio de Cuauhtémoc, Colima, donde hasta llegó a ser la edil con los colores perredistas. En ese lapso, tanto el egresado de Essex University e Indira Vizcaíno Silva lograron la aprobación para que el nuevo gobierno continuara rentando las patrullas policiacas que le generaban una sabrosa comisión a Nachito, de la cual ahora la disfruta la que encarna al indirato en la entidad.
El caso es que la LX Legislatura local, con presidentes de la pomposa Junta de Gobierno entregados por completo a la causa cuatrotera de la Indi (por donde lo mismo ha pasado la impresentable Viridiana Valencia Vargas, la no menos impresentable Isamar Ramírez Rodríguez y el aún más impresentable Armando Reyna Magaña, actualmente en funciones), es una especie de Oficialía de Partes en la que se aprueba toda cuanta iniciativa envía la titular del Ejecutivo –como diría el clásico— sin quitarle ni una pinche coma.
Un Poder subordinado a otro no es saludable para nadie. Puede haber iniciativas que son viables y no hay problema en que se aprueben con la debida discusión, pero no por sometimiento y, mucho menos, en serie, como sí ocurre con la LX Legislatura local, que frena iniciativas de la oposición por el puro hecho de venir de esa oposición y no de los morenacos y sus achichicles, que evidentemente son unos ignorantes cerriles que no rebuznan por temor al aparejo, comenzando por el sombrerudo Alfredo Álvarez Ramírez, que presumió de haber presentado una que no se le había ocurrido a nadie en el mundo. ¡De ese tamaño las pendejadas!
La LX Legislatura ha parado iniciativas interesantes, así como ha frenado otras de las que se hacen elogios en público, pero que en el fondo las aborrecen y, por consiguiente, no las han dejado pasar. Me refiero, en efecto, a la revocación de mandato, que los actuales tribunos se niegan a aprobar tal y como ya estaba contemplada, pues el ejercicio democrático debiera hacerse en el actual sexenio, mientras que los empleados de Indira Vizcaíno en el Congreso del Estado quieren que se lleve a la práctica hasta cuando haya terminado el indirato infausto.
En la revocación de mandato impulsada por amlo todo el mundo de los cuatroteros le cantaba loas a esa figura, sabedores que la misma no era vinculante, es decir, no tendría efecto legal, además de que fue manipulada para que favoreciera al inquilino de Palacio Nacional. Sin embargo, en cuanto se tocó el tema a nivel local, el indirato se apresuró a impedir que pudiera aplicarse en este sexenio, pues su patrona no pasa la prueba del ácido. Así, pues, la revocación de mandato la pasaron para el siguiente gobierno, es decir, hágase la voluntad de Dios en los bueyes de mi compadre.
Con la violencia imparable y tantos muertos en su conciencia, ¿creen que a la Indi la aprobaría el pueblo bueno y sabio si hubiera revocación de mandato? Claro que no. Y a eso es a lo que ella le teme. Por ello, la solución está en el Congreso del Estado: la oposición real es la única que podría cambiar la jugada para que se apruebe la revocación de mandato en este sexenio y se someta a esa figura a la peor gobernadora en la historia del país. Así, con una LXI Legislatura sin control de Morena y del indirato, muchas cosas podrían cambiar; entre otras, mandar a volar a una mujer de corazón de piedra y que carece de alma.
Es una obligación moral de la oposición y de los colimenses conscientes que ya no esté controlado por el Ejecutivo el Poder Legislativo en Colima. Esa es la tarea para el 2024.