POR Bibiano Moreno Montes de Oca
Si alguien dice que la segunda marcha en favor del INE fue superior a la que se realizó hace algunas semanas por el mismo motivo, cuyo recorrido en Colima fue esta vez por la céntrica calle de Madero, del jardín Núñez al Torres Quintero, tiene toda la razón. Y lo es por lo siguiente: si en la anterior ocasión fueron varios miles los que se concentraron espontáneamente para defender al que es baluarte de la democracia en México, esta vez se le agregaron por lo menos unos mil más. Lo más importante de todo: la gente fue por su voluntad, no acarreada ni pagada por el gobierno.
La idea original era que la marcha concluyera en el jardín Libertad de la capital del estado, afuera de Palacio de Gobierno, pero se atravesó la cabalgata dominical y, por tanto, el lugar en el que se colocó el templete para los tres únicos oradores en el cerrojazo final se tuvo que armar sobre la misma Madero, a un ladito del Torres Quintero. Como quiera que sea, la manifestación ciudadana logró su objetivo central: concentrar una gran cantidad de colimenses –mucho más que en la vez anterior— que están conscientes del peligro en el que se encuentra la democracia por culpa del tirano bananero amlo.
Antes de alcanzar la marcha, que ya había salido del jardín Núñez, caminando por la Madero, un sujeto viejo, de cabello y de barbas blancas y de aspecto enfermizo, comenzó a echar pestes en contra de la marcha y sus participantes. Para tratar de disimular, cuando me dirigía en sentido contrario a él, hizo como que entraba al centro de estudios que se encuentra a un lado de la tienda Coppel. Como de lo que se trataba era de participar en la marcha con buen ánimo (aunque yo en mi calidad de periodista), también hice como que no escuché al irascible vejete que siguió vociferando tras de mí, tal vez disgustado porque en el Banco del Bienestar le depositarán su pensión hasta el viernes próximo, si bien le va.
Ya en la esquina de las calles Madero y Filomeno Medina, todavía por el jardín Núñez, un sujeto que iba con su esposa dijo al pasar la marcha a favor del INE: “Vámonos de aquí, porque se me está pegando lo corrupto”. El pobre tipo no se había dado cuenta que, aunque no fuera corrupto, lo pendejo, lo chaparro y lo feo no se lo quitaba ni yendo a bailar a Chalma y, peor aún, su maldición consistiría precisamente en quedarse así para toda su vida. En fin: esos fueron los prietitos en el arroz. Y no es racismo ni clasismo: los chairos son los más racistas y clasistas del mundo.
Durante el corto trayecto, entre un jardín y otro, donde la calle Madero fue tomada prácticamente por los ciudadanos de todos los extractos sociales, las consignas se dejaron escuchar entusiastamente. Recojo la mayoría de ellas, varias nuevas, aunque otras son las mismas de la vez anterior, si bien es cierto que son de las más pegadoras. Aquí van algunas de esas consignas que fueron coreadas por los ciudadanos que se movilizaron de nuevo en todo el país y hasta el extranjero:
“INE, aguanta, / el pueblo se levanta”. “Sólo el INE es imparcial / para hacer mi credencial”. “Todos de la mano / con el INE ciudadano”. “La sociedad callada / jamás será escuchada”. “El pueblo convoca: / el INE no se toca”. “Todos de la mano / con el INE ciudadano”. “La sociedad callada / jamás será escuchada”. “¿A qué vine? / A defender al INE”. “Corte, escucha, / el INE es nuestra lucha”. Esta última consigna es fundamental: en manos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación está detener el Plan B de amlo, el mismo que le saca la vuelta a la reforma constitucional para poder destazar al organismo electoral.
Bien lo dijo uno de los oradores que intervinieron al final de la marcha, sin un sesgo partidista (aunque es obvio que estuvieron presentes militantes y líderes de partidos políticos, pero que se mantuvieron al margen de un acto eminentemente ciudadano): el Plan B consiste en dejar desempleados a 6 mil trabajadores del INE que están capacitados para realizar las actividades inherentes del organismo en todo el país, los cuales serán suplidos por “siervos de la nación” desconocedores de lo que es lo que ahí se realiza, pero estarán al servicio del gobierno federal, no de un órgano autónomo como lo es aún la institución defendida.
La amenaza de regresar al pasado está latente: el dictador de Palacio Nacional quiere acabar con 30 años de lucha ciudadana para que el órgano encargado de organizar las elecciones deje de ser autónomo. Así, se pretende volver al pasado: con un INE (o como se le quiera llamar) controlado por la Segob, donde el mismo gobierno (que ahora sería Morena-Gobierno, igual que antes era el PRI-Gobierno) organizara todo: instalar las casillas, imprimir las boletas y contar los votos después de los comicios, donde por obra y gracia del Espíritu Santo los ganadores siempre eran priistas (y ahora serían morenacos, que intentarían mantener el poder, como era la intención de los nazis, con un gobierno “de mil años”).
Los oradores al final de la marcha fueron tres (la primera vez solamente fue uno): Pedro Gómez Casanova, Carmen Huerta y Fernando Becerra, todos ellos gente apartidista y, por tanto, sin compromisos con algún partido en particular. Al final, se entonó el Himno Nacional, que concluyó con un caluroso aplauso de todos los ahí presentes. ¡Larga vida al INE!