POR Jorge Octavio González
Para nadie es un secreto que Vladimir Parra, que se cree la reencarnación de Andrés Manuel López Obrador, es de los que cuestionaron duramente a los que se integraron al Movimiento de Regeneración Nacional cuando todos los indicadores daban como un hecho el triunfo de AMLO en el 2018; para él todos ellos eran unos arribistas que sólo querían colgarse del partido para obtener algún cargo público.
Algo de lo que se le tiene que reconocer al porro y agresor de mujeres, de acuerdo a lo determinado por la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia del CEN de MORENA, en el expediente CNHJ-COL-067/19, es que estuvo desde los inicios en la talacha. Eso no significa que su posterior actuar haya sido impoluto; al contrario, ha sido de claroscuros que, sin embargo, están pendientes en diversas dependencias para su resolución.
Mientras Vladimir Parra entregaba casa por casa el periódico y órgano de propaganda y calumnias Regeneración, Indira Vizcaíno se unía a la campaña de José Ignacio Peralta Sánchez para posteriormente, de acuerdo a la senadora Gricelda Valencia de la Mora, negociar su incorporación al gabinete vía su padre Arnoldo Vizcaíno Rodríguez.
Para el primer dirigente estatal de MORENA en Colima, luego de un desaguisado que tuvo que sortear justamente dentro de la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia, quienes se fueron sumando tras el triunfo de López Obrador no eran más que unos hipócritas que querían reivindicarse en el movimiento para seguir robando.
Vladimir Parra, también es de todos conocido, no simpatizaba con la eventual candidatura de Indira Vizcaíno al gobierno del Estado; para él otras eran las opciones que se podrían contemplar, pues la hoy mandataria tenía un pasado priísta y había ayudado a que Ignacio Peralta llegara al poder en el 2016.
Ya en el poder, a Vladimir Parra no le quedó de otra más que alinearse a la orden del centro: Indira Vizcaíno sería la candidata de MORENA al gobierno del Estado, dijeran lo que dijeran los que se opusieron y emprendieran todas las denuncias que quisieran. Su imposición estaba más que negociada desde las altas esferas del poder en México.
Indira Vizcaíno, también es cierto, tampoco simpatizaba con el actuar de Vladimir Parra; para ella era un sujeto radical, que le hacía daño al movimiento, y que además tenía un historial delictivo y de agresión hacia las mujeres que, en los hechos, la gobernadora reprueba en el discurso.
Acaba de ventilarse, por voz de los implicados, una resolución que tomó el Congreso del Estado de manera unilateral respecto a una recomendación hecha por la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Colima, la 04/2022, que se emitió el pasado 12 de diciembre del año pasado, en donde se reconoció el trato de agresión de Vladimir Parra hacia Claudia Aguirre y Jazmín García Ramírez, entonces diputadas de la 59 Legislatura, además de que instruyó la reparación del daño causado, una compensación por daño moral, una disculpa pública, abrir un proceso de investigación en su contra y la impartición de un curso de capacitación sobre violencia de género.
La recomendación 04/2022, según lo declarado por la secretaria general del PES-Colima, fue remitida al Congreso del Estado, quien, en representación de Priscila García, en ese entonces presidenta de la Mesa Directiva del Poder Legislativo, decidió rechazarla sin más argumentos que el poder que le confería ser la presidenta del Legislativo.
El protocolo seguido por la diputada conversa morenista no fue el adecuado; debió haber sometido el asunto ante el Pleno para que, después de una deliberación, se votara si la aceptaban o la rechazaban, pero todo de manera pública, a fin de que la sociedad colimense tuviera conocimiento de cuál era el actuar de los diputados en un asunto de violencia de género.
Priscila García, de manera miserable, decidió proteger a un agresor de mujer señalado por la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de MORENA y por la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Colima; todo por quedar bien con la mayoría oficialista que tiene a su esposo, el mercenario de la política Francisco Rodríguez, como funcionario del gobierno del Estado.
Increíble, por donde quiera que se le vea, que una mujer que interpuso una denuncia por violencia política en razón de género cuando la removieron de la Comisión de Responsabilidades, ahora incurra en un acto de complicidad con un sujeto que agredió, con amenazas e insultos, a dos mujeres diputadas en la pasada Legislatura. Todo por un asqueroso cargo en el gobierno y más dinero para su familia.
Claudia Aguirre también cuestionó a Catalina Suárez Dávila, actual directora del Instituto Colimense de las Mujeres, que en aquel entonces, en lugar de solidarizarse con las diputadas agredidas por Vladimir Parra, acudió a la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de MORENA a denunciarlas, aunque el resultado fue negativo para su causa.
Indira Vizcaíno tiene la oportunidad de oro de deshacerse de dos elementos que no siguen los lineamientos de feminismo y cero tolerancia a la violencia contra las mujeres. Puede remover a Vladimir Parra de la Ciapacov y a Catalina Suárez Dávila del ICM, argumentando que, de acuerdo a las políticas públicas de su gobierno, personas que incurren en violencia de género no pueden estar en un cargo dentro de su administración.
Y puede hacerlo sin que sea ella la que tome la decisión; sólo aceptando la recomendación de la Comisión de Derechos Humanos, enviando el claro mensaje de que, sea quien sea, en el gobierno del Estado no se solapará a nadie que incurra en esas prácticas.
Pero sus diputados en el Congreso del Estado, como el cobarde Armando Reyna y la acomodaticia Priscila García, una vez más le originaron un problema a la gobernadora, creyendo que rechazando la recomendación la protegían.