POR Jorge Octavio González
Cada vez es más común que los hechos de violencia en Colima sean más cercanos: que alguien vea que balean a una persona cuando transita por una calle, que el ultimado sea un vecino o familiar o ser una víctima directa del crimen organizado.
Nadie escapa. Sucedió como el COVID-19: primero no creían en la letalidad del virus porque se enfermaba gente que no conocían; luego los enfermos fueron personas conocidas y familiares, para que, al final, el enfermo fuera uno mismo.
La violencia, que inició este 2023 más intenso, sanguinario y violento que el pasado, que fue el más terrible de toda la historia de la entidad desde que se hacen este tipo de mediciones, es pan de cada día; ya es normal que al despertar veamos noticias acerca de un ataque armado a una persona común y corriente o a comandantes de la policía y a gente de alto perfil como la ex titular de la Unidad Especializada en Combate al Secuestro de la Fiscalía General del Estado de Colima.
El fin de semana fue un claro ejemplo de cómo la intensidad de los hechos violentos, aun cuando van en aumento, la sociedad los ve como algo cotidiano. Es cierto, sin embargo, que nadie dimensiona el verdadero problema de la violencia hasta que es víctima directa o indirecta; sólo hasta esos momentos es cuando la indignación se apodera de las conciencias y se quiere hacer algo al respecto.
En la colonia Infonavit, en la calla Vicente Lombardo, ayer domingo fue atacada una familia de numerosos disparos de arma de fuego; quienes fueron testigos del atentado señalaron que un carro de color blanco llegó derrapando y, justo afuera del domicilio, rociaron de balazos el lugar, lesionando a hombres y mujeres, incluyendo una niña que estaba ahí.
Los maleantes huyeron con la misma facilidad con que llegaron; no hubo nadie que pudiera detenerlos o al menos obtener más información sobre quiénes fueron los criminales. La policía estatal nomás llegó a acordonar el área; la policía municipal nomás llegó a estorbar, habida cuenta que no tienen nada qué hacer para esclarecer el crimen.
Ya va siendo hora que desaparezca la Policía Municipal de Colima si, como ha venido sucediendo, no participan en nada relacionado con la prevención del delito, mucho menos para una persecución o probable detención de delincuentes; ellos sólo llegan de argüenderos a asistir a los policías estatales y a la Guardia Nacional que, sin embargo, sólo están para acordinar áreas y esperar al SEMEFO a que levante los cuerpos.
Indignación, por supuesto, por lo acontecido en la colonia Infonavit, en donde las víctimas eran jóvenes que convivían en familia en ese momento con una hija menor de edad, quien tuvo que presenciar el estruendo de las balas y ver la sangre que brotó de los cuerpos de sus padres, más petrificados por lo que le pudiera pasar a la niña que a ellos.
¿Qué Colima es este en donde un comando armado puede llegar a tu casa y rociarte de balazos el interior de la vivienda, no importando que se encuentren niños? ¿Qué Colima es este en donde la policía estatal sólo llega a la escena del crimen a acordonar el área, tomar fotos que luego filtran a los grupos de WhatsApp y esperar a la SEMEFO a que levante los cuerpos? ¿Qué Colima es este en donde la Policía Municipal de Colima sólo llega para estorbar, para entorpecer el trabajo de los que sí están autorizados a atender estos casos?
Algo se está haciendo mal en materia de prevención del delito y en cuanto a la estrategia de seguridad. Y lo hacen mal todos los niveles de gobierno: el Federal, el Estatal y el Municipal. ¿De qué sirve que todos se coordinen y hasta lo presuman si, en los hechos, no pueden si quiera montar un operativo para detener a los sicarios que minutos antes llegaron a la casa de una familia y dispararon a mansalva a los que estaban en el interior, incluyendo una niña que tendría que estar preparando sus cosas para ir al siguiente día a la escuela?
La violencia en Colima escala a pasos agigantados. Y parece que nadie le importa. Menos a las autoridades.