POR Bibiano Moreno Montes de Oca
Una forma de hacer énfasis en las diferencias políticas irreconciliables que hay entre las correligionarias Indira Vizcaíno Silva y Griselda Martínez Martínez, gobernadora y presidenta municipal de Manzanillo, respectivamente, es que las dos mujeres se la estarán jugando con dos de las corcholatas que aspiran a la Presidencia y que destapó López Obrador a la mitad de su gobierno: por un lado, la que apoya a Claudia Cheinbaum Pardo, jefa de Gobierno de la Ciudad de México; por el otro, la que está comprometida con el secretario de Gobernación, Adán Augusto López.
En medio de esos dos precandidatos presidenciales se encuentra como tercero en discordia el afrancesado Marcelo Ebrard Casaubón, canciller mexicano, que en Colima tendrá como coordinadora del Movimiento Con Marcelo Sí a la oscura e inédita senadora de la República Griselda Valencia de la Mora, con lo cual está dicho todo. Detrás de los marcelistas que coordinará la senadora del PT hay un grupo denominado Movimiento Progresista de Colima, pero al llevar como la coordinadora de todo a una legisladora mediocre y gris, a los simpatizantes no se les augura un buen final.
El secretario de Relaciones Exteriores sabe que no será candidato de Morena, pero no ha pintado su raya con el gobierno actual ni se ha separado del cargo que lo limita para crecer, por lo que los otros dos mencionados son los que tienen mayores posibilidades de ser favorecidos con el dedazo. Aunque renuncie al cargo y al partido, Marcelo Ebrard ya no es aquel jefe de Gobierno de la CdMx que resultaba rentable y tenía todo para haber jugado un mejor papel frente al priista Peña Nieto. Así, aunque rompa con amlo y busque refugio en otro lado, el canciller anda perdido, lo mismo que sus seguidores en Colima.
Los que están más seguros, por tanto, son Claudia Cheinbaum y Adán Augusto López, de ahí que la Gobernadora Altozano se haya unido al proyecto de la jefa de Gobierno de la CdMx desde el momento mismo en el que tomó posesión de su actual cargo, ya hace poco más del año, incondicionalmente. No fue por su propia voluntad al principio, sino por consejo del inquilino de Palacio Nacional, pero en este año de su gobierno fallido decidió jugarse todo su futuro político con esa a la que se le han documentado cuatro de seis accidentes fatales ocurridos en el Metro en toda su historia, que es de más de medio siglo.
Sobra decir que, al ser pública y notoria la simpatía que le profesa la ex presidenta municipal de Cuauhtémoc a su homóloga de la Ciudad de México, la edil Griselda Martínez se decidió por una carta totalmente diferente, sin romper con su partido, que pudiera no ser la segura, pero como una forma de demostrar que no se alía con la que le tiene declarada la guerra desde que asumió el poder en el estado, pues ni siquiera con el priista Nachito Peralta Sánchez se llegó a ver tanta saña en contra de una correligionaria. Y para profundizar más la ruptura, la alcalde porteña se alió con Claudia Yáñez Centeno, que es la coordinadora de los simpatizantes del titular de la Segob en Colima.
No hay duda que las diferencias son enormes entre la que le coordina a Marcelo Ebrard a los simpatizantes en Colima y la que lo hace por Adán Augusto López: la senadora Griselda Valencia carece de liderazgo, de empatía entre una población que no la conoce y por su nulo contacto con el electorado en los más de cuatro años que lleva en el cargo, donde sigue inédita; en tanto, el puro hecho de que la ex diputada federal Yáñez Centeno se haya aliado con la presidenta municipal de Manzanillo, le da un enorme impulso en sus aspiraciones presidenciales al titular de Gobernación; al menos, en nuestra entidad.
Por otro lado, no deja de llamar la atención la falta de colmillo, de oficio y del talento que se requieren para operar políticamente: el gobernador de facto de Colima, Arnoldo Vizcaíno Rodríguez, se precia de ser el operador político número uno en el estado, pero más tarda en presumirlo que en desconectar la lengua del cerebro y manifestarse a favor de la corcholata Claudia Cheinbaum, cuando por ser dirigente estatal de Morena, su partido (es secretario de Formación Política del Comité Ejecutivo Estatal), su comportamiento tendría que ser el de alguien neutral y no despertar suspicacias.
A ver: la jefa de Gobierno de la Ciudad de México no es la única que quiere ser la sucesora de amlo en 2024; también están Adán Augusto y hasta Marcelo Ebrard, en tanto éste siga en su –hasta el momento— partido. El cacique de Buenavista, como si fuera un morenaco común y corriente –más corriente que común— aquí lo único que hace es evidenciarse, como ya lo hizo en sus fallidos intentos por inmiscuirse en la Sección 39 del SNTE, en la Sección XII del ISSSTE y en el Sindicato de Trabajadores al Servicio del Gobierno del Estado (STSGE). Por lo visto, chango viejo ya no aprende maroma nueva.