POR Jorge Octavio González
¿A qué nivel de inseguridad hemos llegado en Colima que, a plena luz del día, iniciando el año nuevo, un grupo de sicarios arriba a la casa de la titular de la Unidad Especializada en Combate al Secuestro, Martha Esther Rodríguez Cerna, y la acribillan con más de diez disparos de arma de fuego, para después irse tranquilamente del lugar sin que las autoridades de todos los niveles pudieran detenerlos?
A un nivel alarmante, por supuesto. La víctima fue ni más ni menos que la mujer con más poder dentro de la Fiscalía General del Estado de Colima y, desde luego, con demasiada información en sus manos; el ataque debió ser ejemplar para que nadie más cometa los mismos errores que ella.
Si alguien del nivel de Martha Esther pudo ser increpada en su propio domicilio, que debía estar custodiado por sus compañeros dado el alto riesgo que corría en el cargo que ostentaba, y recibió una cascada de balazos en su humanidad, ¿qué se puede esperar de las demás personas que ni siquiera tienen el respaldo de una corporación que los proteja?
Cada día que pasa surgen más versiones de quién era la titular de la Unidad Antisecuestros de la Fiscalía de Colima: ayer en estas páginas se retomó una carta anónima de empleados de la dependencia a cargo del mini fiscal Bryant Alejandro García Ramírez en donde la acusaban, junto con el siniestro Gustavo Adrián Joya Cervera, de proteger un cártel que opera en la entidad y proporcionar información sobre operativos y demás.
Hoy, sin embargo, circuló otra información acerca de su persona, más cruda y tenebrosa, en donde hacen pasar a la señora Esther Rodríguez como alguien muy alejada de las virtudes que una reportera externó en una publicación en sus redes sociales, que más que nada dejó entrever a todas luces que extraña el pasado en donde los gobernantes la trataban como su similar y hasta le daban ciertos beneficios y prebendas.
Basta señalar que en la parte final del texto hacen alusión a que tienen grabado al inútil mini fiscal en una situación comprometedora, igual que a la extinta funcionaria de la Fiscalía General del Estado de Colima.
Pero mientras las investigaciones no avancen ni se interesen en llegar hasta las últimas consecuencias, más versiones y teorías saldrán a la luz pública y se creará un ambiente de confusión que ya no diferenciará lo que es cierto de lo que no; lamentable porque eso no se merece ni Martha Esther ni ningún otro policía caído en el ejercicio de sus funciones.
¿De verdad el cobarde y nefasto mini fiscal Bryant García investigará el asunto a fondo y castigara a los culpables, tal y como la gobernadora Indira Vizcaíno se lo pidió en sus redes sociales? En teoría, viniendo la petición de su jefa, sí tendría que actuar; el problema es que hemos sido testigos de que en la Fiscalía de Colima no resuelven nada y dejan en la impunidad infinidad de asesinatos.
Y la muestra clara de lo anterior es que no sólo en este sino en todos los demás casos de asesinatos a comandantes y policías estatales y municipales no han castigado a los responsables de sus muertes.
Lo verdaderamente terrible es que el perfil de los funcionarios asesinados es cada vez mayor.