POR Jorge Octavio González
Inició el 2023 y comenzó con ello la ola de violencia que promete superar al del año pasado, que fue el más violento de toda la historia de Colima. Indira Vizcaíno, en tanto, sigue en las mismas: en su burbuja, escuchando a aduladores que sólo le dicen lo que quiere escuchar, indolente, frívola y más mentirosa que nunca.
Sólo a Andrés Manuel López Obrador, de acuerdo a los estudios de Luis Estrada en su empresa Spin, Taller de Comunicación Política, le han detectado miles de mentiras desde que inició su administración. Mismo ejercicio hicieron con Donald Trump en Estados Unidos, en donde también llevaban la contabilidad de las mentiras que decía en los medios de comunicación.
La gobernadora de Colima debe tener todo un arsenal de mentiras, pero no ha habido nadie en la entidad que le lleve la contabilidad. Como ejercicio periodístico sería bueno, ¿no creen?
Además de mitómana, llegando al grado de creerse sus propios cuentos, Indira Vizcaíno no sabe qué hacer con el tema de la inseguridad. Decíamos al inicio, sin embargo, que este 2023 arrancó violento y sangriento: ha habido más feminicidios que homicidios, pero el vice fiscal de Procedimientos Penales, Francisco Javier Almazán Torres, quiere que estemos tranquilos porque los robos con violencia y a casas habitación han disminuido.
La percepción, por supuesto, no cambia; a la sociedad le vale un comino si hay menos asaltos a mano armado si cuando cruza la calle llegan sicarios disparando en contra de una persona y la lluvia de balas logra alcanzarlo. No es tan sencillo como lo quiere hacer creer el nuevo vocero de la Mesa de Coordinación Estatal para la Construcción de la Paz y la Seguridad. Mientras haya asesinatos a plena luz del día, balazos a las fachadas de las casas, de empresas, de vehículos, el miedo seguirá y no habrá poder humano, menos campañas pagadas en los medios de comunicación, que hagan sentir mejor a la sociedad.
La violencia, en apenas este primer mes del año nuevo, se estrenó en diversas latitudes de la entidad. En Tecomán asesinaron a un policía de turno, mientras Elías Lozano sigue haciendo negocios al amparo del poder; en Cuauhtémoc ejecutaron a un taxista en el mero centro de la ciudad, mientras Gaby Mejía sigue más preocupada en tomarse selfies que en gobernar.
En Colima y Villa de Álvarez es lo mismo de siempre: se concentra la mayor cantidad de homicidios dolosos y feminicidios porque la zona conurbada es donde están asentados los Poderes del Estado y las plazas son las más apetecibles para los grupos criminales. Eso y porque Indira Vizcaíno se adueñó de la prevención con su policía estatal, así como las fuerzas federales, que parece que nada más están para levantar muertos y no atrapar a ningún delincuente.
De nada sirve, pues, dejarle al gobierno del Estado la estrategia de seguridad en Colima y Villa de Álvarez si los resultados son pésimos y no se logra detener a nadie que comete un delito grave. Asesinan a un hombre, a una mujer o a un niño y lo único que hacen las autoridades es ir a acordonar el lugar, amenazar a la gente para que no se acerque a la escena del crimen y a esperar al SEMEFO para que levante el cuerpo.
Los presuntos responsables siempre huyen con rumbo desconocido; jamás se informa que en los operativos que realizan se logró la detención de uno de ellos. Nada. ¿Para qué sirve, entonces, que se deje en manos del gobierno del Estado la estrategia de seguridad?
Quedó demostrado que la estrategia de seguridad en Colima, que es la misma que la del gobierno federal, no sirve para nada; el problema es que los colimenses no tenemos la culpa de que Indira Vizcaíno sea tan servil con AMLO y prefiera entregar a las fuerzas federales el control de la entidad para que hagan lo que quieran.
Si Indira no puede, tan sencillo: que se vaya. ¡Que se largue si tanto miedo tiene!