POR Jorge Octavio González
Por la relevancia de algunas figuras de la política en Colima, particularmente del gobierno del Estado, del Congreso del Estado y de algunas presidencias municipales, lo que sucede en Cuauhtémoc pasa a segundo o a tercer término para la opinión pública.
El municipio, si bien es pequeño, no es menos importante; ahí también hay políticos corruptos, funcionarios rapaces que se refugiaron en la presidencia municipal tras la derrota en las pasadas elecciones, pero, sobre todo, hay una violencia desbordada que se trata de ocultar o minimizar cada que se suscita algún evento de esta naturaleza.
Y es que, aunque Gaby Mejía es una presidenta que nunca suena en los medios más que cuando hay fiestas de borrachos en el municipio y cuando acude la gobernadora Indira Vizcaíno a recordar todo lo que hizo en ese lugar, obviando las corruptelas y escándalos, Cuauhtémoc lleva tiempo sometido por grupos delincuenciales que operan en varias localidades con la anuencia de las autoridades.
A nadie se le olvida que el municipio ha sido protagonista de escenarios dantescos como las cabezas humanas dejadas en el jardín principal con mensajes amenazantes para los capos de la región, que para la entidad y el país no son conocidos, pero para la gente que vive en Cuauhtémoc sí.
Además de las cabezas humanas que dejan con total impunidad en el jardín principal, recientemente hubo un ataque armado en la posada de los policías de allá. Departían el pan y el vino tranquilamente cuando de repente una cascada de balazos se escuchó a las fueras del local de fiestas donde se encontraban los policías y sus familiares; en los videos que circularon se aprecia cómo los invitados se tiran al suelo para no ser víctimas de alguna bala pedida.
Más tarde se supo que un comando armado pasó por el lugar donde festejaban a los policías su día y rafaguearon a los automóviles que se encontraban estacionados afuera del lugar, como un claro mensaje de la mafia para la máxima autoridad de la localidad, mientras la presidenta municipal ni siquiera fue buena para dar la cara y explicar lo que había sucedido.
Ni en sus cuentas personales de redes sociales ni en las del ayuntamiento de Cuauhtémoc hay referencia al suceso, como si ignorando la situación el problema se desvaneciera como por arte de magia. Gaby Mejía no entiende que es la autoridad en el municipio y que tiene la obligación de salvaguardar la integridad de los cuauhtemenses, además de informar a la sociedad sobre todo lo que suceda en la región.
Si la cabeza es limitada y sólo está al arbitrio de lo que le ordenen en el gobierno del Estado, con mayor razón sus funcionarios en la administración municipal y en el DIF son de un nivel inferior y, por lo mismo, más ineficientes y advenedizos.
En Cuauhtémoc suceden muchas cosas en cuestión de corrupción y de inseguridad, pero no es ignorando lo que pasa ahí ni permitiendo que las autoridades escondan la cabeza en un hoyo como van a solucionarse todos los problemas que aquejan a los habitantes del municipio.
Gaby Mejía es de selfies y frivolidades igual que su jefa la gobernadora Indira Vizcaíno, por lo que se ha conectado de maravillas con ella; sin embargo, ser sumisa y servil al gobierno del Estado en nada les ayuda a los ciudadanos que esperan resultados de su autoridad.
Cuauhtémoc, no por ser chico, debe ser ignorado por los medios y la opinión pública; se debe sacar a la luz toda la podredumbre que existe en el lugar para que haya castigos y no, como hasta ahora, impunidad para todos quienes dañan la hacienda municipal.