POR Jorge Octavio González
Mientras no competía por ningún cargo de elección popular, Indira Vizcaíno no tenía malos resultados en las mediciones que se hacían sobre su persona; ser la delegada de los programas sociales del gobierno federal tampoco le significó un desgaste porque sólo se trataba de ir a los eventos a entregar dinero a los grupos vulnerables y presumirlos como algo suyo y del presidente de la República.
Para cuando ya se metió a la competencia política, como aspirante a la candidatura de MORENA a la gubernatura del Estado y después como abanderada, los números fueron cambiando radicalmente. Las encuestas en donde aparecía en los cuernos de la luna fueron bajando dramáticamente conforme sucedían los días y las semanas de la campaña electoral.
Ni todo el dinero que despilfarró, ni todo el recuso y logística del crimen organizado que participó en la jornada electoral, le fue suficiente como para tener los dos dígitos de ventaja que dijo iba a tener en el resultado final. Apenas si unos puntos la separaron de su competidora, aun cuando no tenía recursos, pertenecía al partido más desprestigiado y tanto el gobernador como el dirigente estatal operaron en su contra.
Como gobernadora, ya instalada en el poder, Indira Vizcaíno no ha hecho sino demostrar que es una pésima mandataria, una malísima operadora política, indolente o más como su antecesor y, lo peor, más corrupta y cínica.
Las mediciones que ha hecho la reconocida empresa Mitofsky, de Roy Campos, desde que inició su administración ha resultado reprobada en todos los rubros. Nunca ha pasado de los últimos cinco lugares en el ranking de gobernadores de todo México; a veces está a dos de estar en el 32 y otras veces a 3 lugares.
La encuesta del mes de octubre, por ejemplo, pone a Indira Vizcaíno Silva en el lugar número 31 de 32, pasando de 41.1% de aprobación a 36.5 por ciento; en el 32, esto es, el último lugar de todos los gobernadores del país, se encuentra David Monreal Ávila, mandatario de Zacatecas, quien del 27.9% subió a 30.3 por ciento, insuficiente para salir del sótano.
Para mala fortuna de la gobernadora de Colima, Vizcaíno Silva no aparece en el Top 5 de gobernadores mejores evaluados; tampoco en el Top 5 de gobernadores con mayor incremento en su aprobación; mucho menos en los gobernadores mejor evaluados por sexo.
Referente a su aprobación, un 35% está de acuerdo con la gestión de Indira Vizcaíno, un 62.2 está en desacuerdo con su gobierno y sólo un 1.3 no sabe. Febrero fue su caída más pronunciada, con un 36.2%, y ahora en octubre está en 36.5 por ciento.
Y en febrero y abril ha estado en el lugar 31 de 32, como ahora en octubre; eso da a entender que, a nivel nacional, Indira Vizcaíno es de las peores mandatarias que ha tenido MORENA en particular y el país en general, algo que contrasta con lo que dice ella y sus corifeos en Colima, donde presumen ser los mejores y tener todo el respaldo del presidente de la República para ayudar a la entidad.
La realidad ha topado frente a la soberbia y frivolidad de la gobernadora del Estado: no es una buena mandataria, no sabe hacer su trabajo, se la pasa viajando para quedar bien con Claudia Sheinbaum, no sabe gestionar recursos para Colima y, lo que es característica de todos los gobernantes afines a López Obrador, no se puede desprender del discurso y narrativa que le dictan desde Palacio Nacional.
Si algo ha salvado a Indira Vizcaíno de no ser la peor gobernadora de todo México es porque ese lugar lo ocupa alguien que verdaderamente tiene sumido a su entidad en un baño de sangre y el crimen organizado controla la totalidad del territorio.
Si acaso algo tiene que ver que sea el hermano del líder del Senado de la República, Ricardo Monreal Ávila, que sólo por ese hecho el gobierno federal lo ha dejado en el abandono; sin embargo, en cualquier momento Colima pasa a ser el último lugar porque, al igual que Zacatecas, estamos en la misma dirección de ingobernabilidad por el dominio de los cárteles de la droga, que son los verdaderos jefes de la gobernadora y su padre Arnoldo Vizcaíno Rodríguez.